Así fue como a fines de 1976, Madonna se muda a la ciudad de Ann Arbor y comienza a estudiar ballet en la Universidad de Michgan. Pronto conoció a Withley Setrakian, con quien comenzó a compartir el cuarto y luego se volvieron grandes amigas. Madonna y Christopher Flynn seguían juntos en las clases de la universidad y también seguían manteniendo esa relación inquebrantable fuera del estudio. La amiga Withley la recuerda: «Era muy bonita y extremadamente delgada. Llevaba el pelo corto en una especie de peinado anticuado con mechones sobresaliendo por los lados. Se ponía mucha sombra de ojos color oscuro y una ropa curiosa, camisetas holgadas y pantalones ajustados. Era brillante con una mente agil y penetrante. Muy espontánea, impulsiva y valiente. Se hacía dueña del lugar en cuanto llegaba. Sin embargo si una bailarina llamaba mucho la atención y ella no, se enfadaba. La enfurecía que otras fueran tan buenas o mejores que ella, como si se tratara de una carrera frenética hacia la meta».




Madonna y Withley se mudaron a un departamento de un solo cuarto donde vivían varios estudiantes. Allí las jóvenes comenzaron a entablar una estrecha relación, iban juntas a las clases, a las salidas, a las discotecas y hasta comenzaron a trabajar en una heladería para ayudarse económicamente. Durante este tiempo, Madonna mantenía una relación por carta muy fluida con Ondine Massot, otra amiga de Detroit, que se había mudado a Canadá. En sus cartas, Madonna comentaba como eran sus días en la Universidad y lo emocionante que le resultaba su nueva vida, sobre todo, estar lejos de su casa. Además de Whitley, Madonna comenzó a juntarse con Linda Alaniz una estudiante de fotografía y con Mark Dolenwoski con quien mantuvo un pequeño romance. Fue Alaniz quien tomó el primer set fotográfico de Madonna de tipo profesional en un estudio. Dolenwoski hizo lo mismo, pero de manera un poco más amateur.



En marzo de 2021, Madonna recordó en Instagram sus días como estudiante de danza en la Universidad de Michigan posteando un video de ella en una de sus tantas clases: «Este es el primero de todos mis videos! Cuando se plantó la semilla de ser una artista… que podía dejar la vida provinciana que llevaba. Nunca dejé de creer, claro que entonces no tenía idea lo que estaba preparado para mi».
La vida de Madonna en la Universidad era imparable. Sus amigas no podían llevarle el ritmo. Mientras estudiaban y ensayaban diariamente, Madonna salía todas las noches a bares y clubs; se acostaba muy tarde y al otro día era la primera en llegar a los ensayos. Su energía parecía no terminar nunca. Una noche de esas, luego de un ensayo, Madonna concurre a un club de moda llamado «The Blue Frogge», es allí donde conoce a un joven afroamericano llamado Stephen Bray quien oficiaba de barman. Madonna y Bray tuvieron conexión instantánea y pronto comenzaron un fugaz romance. Durante el año y medio que Madonna vivió en Michigan, sus días se dividían en el estudio, las salidas y los encuentros con Bray, quien le había confesado que quería ser famoso tocando la batería.

Para poder subsistir, ya que el dinero que Madonna ganaba en la heladería era demasiado poco, la joven encontró un recurso poco convencional: comenzó a posar desnuda para artistas, dibujantes y fotógrafos de la Universidad. Durante 1977 Madonna realizó varias sesiones fotográficas de desnudos, todos artísticos y si bien, eran explícitos, los mismo no contenían ningún contenido pornográfico. Esta actividad no era realizada sólo por Madonna ya que su amiga Whitlhey Setrakian como así también muchas otras compañeras de clases veían en esto la forma de poder ayudarse con sus gastos. No era un recurso poco común utilizado por bailarinas de aquella época. Quien fotografío desnuda a Madonna por primera vez fue Hernan Kulkens, un fotógrafo profesional que además daba clases en la Escuela de Arte, también posó desnuda para Linda Alaniz y Cecil Taylor.
Hernan Kulkens Mark Dolengowsky Mark Dolengowsky Linda Alaniz Linda Alaniz Peter Kentes
Para finales de 1977, la joven comenzó a fantasear con la idea de graduarse y comenzar su carrera de bailarina a otros niveles. Ella quería ser famosa, en realidad deseaba triunfar en Hollywood, pero pensaba que si la danza le abría una puerta al medio artístico, sería luego mucho más fácil ingresar al mundo del cine. Llevaba cinco años estudiando danza intensamente y había llegado tan lejos como la Universidad de Michigan se lo había permitido. Pero ella comenzó a sentir la necesidad de más. Anhelaba avanzar más todavía. Su voz interior y el aliento de Christopher Flynn la convencieron que debía partir inmediatamente. El momento había llegado y como todo en su vida, sentía que no tenía tiempo que perder. Ni siquiera se molestó en terminar sus estudios oficiales y llegar al final de la beca. Madonna comenzó la búsqueda de su nueva vida y vislumbró que su destino sería New York.

Todo el dinero que podía obtener ya sea trabajando en la heladería local o bien con sus sesiones de modelaje eran destinados para su viaje; de hecho Withley Setrakian, recuerda que todo el dinero que podía juntar lo iba depositando en un gran libro de “New York” que tenían en su cuarto, como una especie de simbolismo o como un acuerdo que Madonna tenía con la Gran Ciudad. Antes de viajar, Madonna tuvo un último encuentro con su padre en donde ambos mantuvieron una explosiva discusión. Por supuesto, Sylvio Ciccone estaba totalmente en desacuerdo con los planes de Madonna y la joven no estaba dispuesta en dar el brazo a torcer. Tony estaba ya bastante decepcionado con el hecho de que su hija no tuviera una profesión “decente” como medicina o abogacía, podía tolerar que quisiera dedicarse al ballet, pero al menos deseaba que Madonna pudiera terminar sus estudios universitarios. Pero para los tiempos de Madonna, esto no era posible. La joven sentía que no tenía más tiempo que perder. Pelearon mucho y ambos quedaron sin hablarse durante mucho tiempo. Y fue así como Madonna partió para New York.


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