PERSONAL LIFE

«LA LLEGADA A NEW YORK»


«Tenía prácticamente encantar a las personas para que me den cosas».

Madonna

En una cálida mañana de julio de 1978, Madonna Louise Veronica Ciccone oriunda de Detroit; de 19 años de edad, desobedeciendo las órdenes de su padre, viaja desde Ann Arbor, sede de la Univerdad de Michigan, hacia New York. Era su primer viaje en avión y era la primera vez que llegaba a esa ciudad. Con una maleta y su ropa, sus zapatillas de ballet y sólo 37 arrugados dólares en su bolsillo, Madonna toma un taxi. Sin conocer a nada ni nadie, simplemente le pide al chofer que la deje en «el centro de todo». El taxista la lleva directamente a Times Square.

10775608994_ca949d2af9_b
Times Square circa. 1978

Mucho se habló de la llegada de Madonna a New York y del poco dinero que llevaba consigo, sin embargo esto forma parte de la gran leyenda que se generó en torno a la artista. Su hermano Christopher Ciccone asegura de que Madonna había ahorrado lo suficiente durante sus últimos meses en Michigan como para poder viajar y acomodarse en la ciudad; sin embargo la imagen de una joven casi pobre con solo unos billetes en el bolsillo que luego llega a triunfar es bastante útil para armar el personaje que luego fue Madonna. Dentro de esta leyenda, se dice que la joven Madonna pasó las primeras noches en la gran ciudad durmiendo en la casa de un desconocido que había encontrado en la calle. Luego de un par de semanas, Madonna consiguió trabajo en la tienda “Donkin Donuts” del número 203 de la calle 59 Este frente a la gran tienda “Bloomingdale’s”; allí permaneció por algunos meses pero fue despedida luego de que la joven derramara, según se comenta intencionalmente, mermelada sobre el pantalón de un cliente.

Madonna en New York a fines de 1978

Madonna sobrevivía pidiendo prestado dinero y alquilando provisoriamente cuartos en distintas pensiones para tener un lugar donde dormir que no sea la calle. En Agosto de 1978, en su búsqueda intensa de triunfar como bailarina, logra ganar una de las seis becas para un taller en el “American Dance Festival” en la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte. Fue allí donde conoció  a quien sería su mentora en el mundo del ballet: la afamada coreógrafa Pearl Lang.Lang, quien había sido bailarina solista para Martha Graham antes de tener su propia compañía y co-fundadora junto a Alvin Ailey del Centro Americano de Danza de New York, estaba dictando un curso en técnica avanzada para un taller de seis semanas en dicha Universidad en Carolina del Norte. La joven sin dudarlo tomó un bus para llegar a Durham y se encontró entre los 300 bailarines aspirantes para obtener una de las seis becas para el taller.

Recuerda Lang: «Cuando dijimos su nombre, la muchacha camino directo a la mesa y me miro a los ojos diciendo: estoy audicionando para esta beca para trabajar con Pearl Lang, he visto una de sus actuaciones y ella es la única con la que deseo trabajar… Sus ojos casi salen de sus órbitas cuando le dije que yo era Pearl Lang».

Por supuesto que Madonna ya sabía a la perfección que con quien estaba hablando era la mismísima Lang, ya que la había conocido cuando la coreógrafa había dado algunas clases en la Universidad de Michigan un año antes. Sin embargo,  todo formaba parte de su actuación para seducir e impresionar tanto a sus profesores como a sus compañeros. Madonna obtuvo uno de las seis becas para el taller y comenzó a tomar las clases junto al resto de sus compañeros. Al final de la primera semana, la joven aspirante comenzó a sentir la necesidad de regresar a New York. El ambiente del ballet le estaba empezando a caer mal; mucho talento, pero a la vez mucha competencia y mucha deslealtad. Atrevidamente preguntó si había un lugar para ella en la compañía de New York. Pearl Lang recuerda: «Estaba sintiéndome como presionada. Le dije que iba a ver si podría conseguir un lugar para ella. Le pregunte como pensaba viajar a New York». Ella respondió: «Tú no te preocupes, yo me las arreglo».


En septiembre de 1978, la decidida joven se puso en contacto con un conocido dibujante llamado Anthony Panzera quien se dedicaba al dibujo con modelo vivo. Panzera había puesto un anuncio en el periódico solicitando modelos para desnudos. Madonna se presenta en su estudio de la calle 29 y el artista, no muy contento viendo el look de la joven le dice: “esperaba a alquien menos masculina” y según relata, Madonna se desprende su camisa y mostrándole los pechos le responde: “¿Acaso los chicos tiene esto?”;  inmediatamente se baja el pantalón y pregunta “Ahora dime donde debo posar”. La actitud de la joven dejó pasmado al dibujante quien la tomó como modelo durante casi un año.P

“Ella era una chica de la parte baja del Este de la ciudad y tenía ese aspecto tan particular. Yo estaba inspirado en la Capilla Sixtina de Miguel Angel, y trabajé con ella en una serie de dibujos. Tenía esa manera extraordinaria de mirar diferente cuando se movía. Cambiaba la dirección de su mirada. Eso me llevó a un trabajo de pintura más complicado y elaborado. Le puse algo en la cabeza y se lo até como un turbante. Siempre tuvo algo especial su belleza. Tenía algo en sus ojos”.

Madonna y Panzera trabajaron juntos por mas o menos un año, él le pagaba aproximadamente U$S 7 la hora de trabajo, lo cual para ella era bastante dinero y en poco tiempo. Madonna ya estaba acostumbrada a posar desnuda y además estaba conforme con el trabajo que hacía, lo que resultaba mucho más fácil para aquellos que la retrataban. Anthony Panzera realizó una serie de dibujos, scketches y siluetas y realizó una única pintura al óleo de Madonna. En ella vemos una joven con turbante en la cabeza y sentada sobre un camastro con la espalda totalemente desnuda; el artista tituló la obra como “Madonna of the Bittersweet” (“La Madonna de lo agridulce”). Más tarde, un amigo de Panzera, el fotógrafo Lee Friedlander quien había comenzado a experimentar con la fotografía de desnudos, le pide que le recomiende una modelo. Sin dudarlo, Panzera envía a Madonna y desde entonces la joven comenzó a posar para Friedlander.

«Madonna of the Bittersweet» de Anthony Panzera

Meses después, para fines de 1978 y gracias a la ayuda de Lang, Madonna comienza a tomar clases en el grupo de tercera línea del Centro Americano de Danza en New York de la Academia de Alvin Ailey. La competencia era durísima. Todos querían tener el primer lugar e ir ascendiendo hasta llegar a la primera línea que era la verdaderamente importante. La extrema delgadez de Madonna, la ayudó a conseguir su primera aparición protagónica en una obra; fue como una joven famélica del gueto judío en el drama del holocausto «I never saw another butterfly» («Nunca vi otra mariposa»). Recuerda Lang: «Ella estaba tan delgada como para pasar por una joven judia de gueto. Y bailó maravillosamente». El trabajo era muy intenso y las exigencias de los profesores era algo que Madonna empezaba a notar como un peso sobre su espalda. Seguía sin hallar el rumbo, las cosas en la compañía de Alvin Ailey no estaban bien, sentía que se esforzaba demasiado y los logros no aparecían y seguramente tardarían años en aparecer. Tiempo que ella no estaba dispuesta a perder. No quería esperar. Tenía que ser famosa de algún modo. Sintiéndose muy sola en New York, sin conocidos ni amigos, Madonna se preguntaba si alguna vez podría cumplir su sueño.

A fines de 1978, Madonna estaba bastante perdida con el rumbo que llevaría su vida en la ciudad. Mientras tanto seguía ganándose la vida de la manera que encontraba. Así fue como comenzó a trabajar como recepcionista y encargada del guardarropa del famosísimo “Russian Tea Room”, en el número 405 de la calle 57,empleo que la propia Pearl Lang se jactaba de haberla ayudado a conseguir. Estos empleos no le causaban ninguna gracia a Madonna y los veía sólo como “trabajos temporales” hasta encontrar algo un poco más acorde a sus expectativas. Un compañero del restaurante recuerda: “solía observar mucho a la gente rica que venía al restaurante. Los veía como comían y se comportaban…’para saber como hacerlo después´ contestaba”. Todos estaban muy sorprendidos con la delgadez de la joven. En ocasiones comía algo que había quedado en el restaurante pero generalmente se alimentaba muy poco. A pesar de que Madonna odiaba su puesto de recepcionista, éste le permitió mudarse a su primer departamento “oficial”. El lugar era un destartalado edificio en el número 232 de la calle 4 Este. Una zona peligrosa y llena de vagabundos y pandillas.

Madonna y Pearl Lang a fines de 1978

La joven estaba cansada del ritmo del ballet y había comenzado a investigar por otros rumbos. La estadía de la joven en la compañía de Lang duró algo menos que un año. El último tiempo Madonna estaba dispersa y se la notaba sin entusiasmo, era evidente que había otras cosas que comenzaban a interesarle más, como la música por ejemplo. Uno de sus compañeros de clase fue Eric Tyrone Smith con quien Madonna compartió cuarto durante algún tiempo; él recuerda: “ella llegó al apartamento un día alardeando de que había estado en Washington Square Park cantando con unos jóvenes negros, quienes le dijeron que ella cantaba muy bien. Le dije que no debía creer en todo lo que le decían por la calle….Claro, el resto es historia”.  Para diciembre de 1978, Madonna había decidido que la danza no iba a ser el camino que llevara a la fama así que puso punto final a su experiencia en la Academia Alvin Ailey; Pearl Lang recuerda: “Una de las últimas clases me dijo: creo que me voy a meter con la música; creo que quiero ser una estrella de rock… a los pocos días viene a mi estudio y me dice: me voy a París… y nunca más volví a verla”.

Madonna por Martin Schreiber a prinicipios de 1979

Comenzaba 1979 y Madonna seguía buscando subsistir en la gran ciudad. El año anterior no había sido del todo amigable con la joven: estaba sin dinero, los trabajos no duraban nada, había sido asaltada en reiteradas veces y encima había sufrido una violación en el techo de un edificio. Para terminar con todo esto, se había dado cuenta de que la danza no era el camino correcto para llegar a la fama como ella deseaba. Un día su padre, Tony Ciccone, se presenta sorpresivamente en la puerta del apartamento de Madonna en New York. Ella recuerda: «cuando mi padre vino a visitarme, estaba mortificado. El lugar estaba infestado de cucarachas. Había borrachos en la entrada y todo el lugar olía a cerveza rancia». Claramente, su padre le pidió e imploró que regresara con él a Michigan y terminara sus estudios. Todo fue en vano. Ella se negó. Para febrero de 1979, Madonna encuentra un anuncio en un periódico. Era para modelar desnuda para una clase de “Fotografía del desnudo” en la “New School” de New York dictado por el fotógrafo Martin Schreiber. Madonna (con basta experiencia en el tema) se presenta al curso y fue así como Schreiber y sus alumnos fotografiaron a Madonna durante dos días aquel frío febrero. Madonna obtuvo una paga de U$S 30 y además logró despertar el interés del fotógrafo quien rápidamente la invita a comer.

Madonna por Michael McDonnell en 1979

Madonna y Martin Schreiber comenzaron un breve romance; él la llevaba a exposiciones de arte, exhibiciones y galerías y sobre todo a cenar, comida italiana por supuesto,  como le gustaba a Madonna. Pero había algo en la relación que no funcionaba del todo bien. Tal vez por la diferencia de edad o quizás por el interés académico de cada uno, la relación comenzó a deteriorarse. Tiempo más tarde, Madonna se encontraba en el portal de su edificio en la zona baja de Manhattan y es abordada por un extraño quien elogia su estilo y le pide realizar una sesión de fotos. Ante las indirectas del fotógrafo, Madonna responde: “Haremos las fotos pero prefiero no liarme con más fotógrafos” haciendo referencia a su romance con Schreiber. Fue así como Madonna realiza el primero de dos portfolios profesionales a cargo Michael McDonnell.

Luego de esta frustrada relación con Schreiber, Madonna conoce en una fiesta a artista de grafitis Norris Burroughs. Él recuerda que Madonna estaba en el medio de la pista bailando desaforadamente. Todo el mundo estaba a su alrededor admirándola. Esta misma noche, Burroughs aborda a la joven desconocida y luego de invitarla a cenar, comenzaron a salir. Madonna y Burroughs se separaron a los 3 meses de haber comenzado a salir. Sin embargo la relación entre ambos seguía amable y diplomática. Y fue así como sin darse cuenta, Burroughs presenta a Madonna a quien sería su próxima adquisición amorosa: Dan Gilroy. Madonna y Dan Gilroy empezaron un fuerte romance y tenían una relación muy unida. Llevaban saliendo dos semanas cuando dos productores musicales franceses que estaban detrás del éxito de la estrella disco europea Patrick Hernández abrieron audiciones para bailarinas soporte. Cuando Madonna se presenta, los productores vieron en esta desafiante joven algo más que una simple bailarina. Fue así que decidieron llevarla con ellos a París y convertirla en la nueva estrella de la música europea. Sin dudarlo, Madonna deja todo y parte hacia Francia a vivir su aventura. Dan Gilroy quedaría en New York con el corazón roto.

Madonna y Patrick Hernandez en Paris 1979

Madonna regresó a New York en Agosto de 1979. Sin casa, sin dinero y sin proyectos de carrera, ella volvió nuevamente al punto de partida. Aunque París la había convencido de que podía ser una estrella de rock, la joven regreso con esa idea en mente y no estaba dispuesta a abandonarla por nada del mundo. Dan Gilroy no se sorprendió cuando la vio aparecer nuevamente frente a la puerta de su casa pidiéndole retomar la relación que ella misma había dado por finalizada tan sólo tres meses atrás al partir hacia Francia. Y así fue como el poder de convencimiento de Madonna o tal vez la atracción que Dan sentía hacia ella hicieron que los jóvenes volvieran a estar juntos. Esta vez la relación se encaminó en serio y comenzaron a vivir un apasionado romance que no se preocupaban en esconder de la gente. Iban al cine, a cenar, a clubes y como era de esperar, las clases de música también retomaron su rumbo. Dan comenzó a enseñar nuevamente guitarra y teclados a Madonna, pero luego de varias sesiones, comenzaron a probar con la batería. Como al regreso de París, Madonna no tenía lugar donde vivir, decidió instalarse definitivamente en la sinagoga de Queens que habitaban los hermanos Gilroy, lo que no causó mucha gracia a Ed. Durante el día Madonna intentaba buscar empleo y viajaba desde Queens a Manhattan para encontrar algo con que ayudarse con los gastos. Pudo solventarse con algunos trabajitos menores como en una tintorería del Lower East Side pero ningún trabajo le duraba lo suficiente como para poder establecerse por sí misma. Fue así que a fines de 1979 volvió a recurrir a su ya conocido trabajo de modelar desnuda para fotógrafos; esta vez fue el turno de Bill Stone con quien hiciera sus últimos desnudos.

Madonna y los hermanos Gilroy

A pesar de no tener trabajo y que su carrera no podía encontrar un rumbo fijo, Madonna no pensaba quedarse en su casa llorando penas. Seguía saliendo y concurría a fiestas y eventos, no sólo para divertirse sino también para poder conocer gente que la ayudase a avanzar en su carrera. La joven visitaba muestras, exposiciones, fiestas privadas y clubes y desde allí podía codearse con algunas personalidades del movimiento artístico alternativo de New York. En diciembre de 1979, Madonna aparece en una fotografía instantánea en la revista «Adix». La joven todavía desconocida aparece junto Latina Latuna en una fiesta de Joe Sax en el «Pravda Artspace» (copropietario Rudolf Piper) ubicado en el N°281 de la calle Lafayette en SoHo, New York. Madonna estaba vestida por Haruko y peinada por Francine de «Jungle Red Studio».

Una mañana mientras hojeaba el periódico “Backstage”, encuentra un aviso clasificado solicitando jóvenes actrices para el rol principal de una película llamada “A Certain Sacrifice”. Madonna, sin perder tiempo, decide escribir una carta de tres páginas al director, a modo de curriculum. Por supuesto,  queda con el rol protagónico. El film era una película de muy bajo presupuesto, con una trama y un argumento más que bizarro. Madonna interpretaba el rol femenino principal, y estaba bastante entusiasmada con el proyecto, a pesar de que era de dudosa calidad y que si bien a ella le pagaron U$S100, el aviso aclaraba que no se pagaría por las actuaciones. En mitad del rodaje el director se queda sin dinero y decide suspender todo. Recién se retomaría el proyecto a fines de 1981. Fue así, que entonces, Madonna guarda su personaje de actriz por el momento y sigue con su vida de músico. Para entonces el grupo “The Breakfast Club” estaba ya constituido y en marcha.

Madonna en Washington Square Park a fines de 1979

1 comment on “«LA LLEGADA A NEW YORK»

  1. Pingback: NUM001: “REBEL” | THE M MAGAZINE

Los comentarios están cerrados.

A %d blogueros les gusta esto: