PERSONAL LIFE

BIO: «NOCHES DE BOHEMIA»


La relación entre Madonna y Camille Barbone venía en picada y para fines de 1981, las cosas habían llegado demasiado lejos. Madonna ya había comenzado a contactarse por su parte con otros empresarios musicales y comenzó a tender su red de contactos a espaldas de Camille. Uno de ellos fue Rob Prince de la afamada agencia William Morris quien le aconsejó que contactara con el abogado Jay Kramer. Finalmente para febrero de 1982, Kramer solicita una reunión con Camille e informa que su cliente ya no necesitaría más de sus servicios. Barbone no se quedó atrás e inmediatamente comenzó una furiosa batalla legal la cual se resolvería discretamente con un arreglo económico varios años después. Al inicio de 1982, Madonna había terminado su contrato con «Gotham«, y estaba nuevamente sin dinero, sin banda y sin dirección en su carrera musical.

Luego del episodio con Camille Barnone y la disolución de «Emmy», Madonna volvió a retomar la relación con su viejo amigo y amante, Stephen Bray, de hecho éste, ya se había puesto en contacto con los hermanos Gilroy y se encontraba formando parte de «The Breakfast Club». Ambos se complementaban muy bien, habían formado una dupla muy fuerte en donde se entendían con solo miradas. Ella escribía canciones y él se encargaba de ayudarla con las melodías o corregir algo de la composición. Para ese momento, Madonna alternaba su vida entre la casa de Janice Galloway, una antigua compañera de Universidad (quien curiosamente terminó siendo esposa de Michael Rosenblatt, director artístico de Sire) y «The Music Building» donde aún seguía quedándose a dormir.

Para Marzo de 1982 Madonna tenía un puñado de canciones nuevas que podrían perfectamente ser de interés para cualquier compañía discográfica. Junto a la colaboración de Stephen Bray, compuso: «Ain’t no big deal»; «Burning up» (una nueva versión ya que hay una anterior que fue presentada a Camille Barbone); «Crimes of passion»; «Don’t you know»; «Everybody»; «Laugh to keep from crying» y «Stay». Finalmente y con la ayuda de algunos músicos que había conocido en este último año, pudo grabar y finalizar su demo. Comenzó entonces el peregrinar de Madonna por todos los clubes y discotecas de moda ofreciendo su demo a los Djs, pero no obtenía buenos resultados, la promoción había resultado ser más difícil de lo que imaginaba. El demo iba con Madonna donde quiera que vaya, la joven estaba dispuesta a hacer escuchar su música a quien estuviera dispuesto a ayudarla a triunfar.

New York estaba plagado de jóvenes artistas que habían invadido la ciudad con aquella bohemia revolucionaria y alegre. Era una época en donde en un club podías hacerte amigo de Andy Warhol o de Keith Haring, quienes estaban recién surgiendo en el mundo del arte moderno y que de hecho, formaron parte del círculo íntimo de Madonna. Otros nombres conocidos en el ambiente eran Chris «Blaze» Ellis o Jean Michel Basquiat, con quien la joven vivió un corto romance, Michael Stwart, Lenny McGurr, todos artistas callejeros que luego se convirtieron en íconos del arte urbano. Con respecto a la música, Sade, los Beastie boys, LL Cool entre otros eran caras conocidas en aquellas noches neoyorquinas en donde se respiraba otro aire. La época del disco había quedado muy atrás y rock-punk no se había desarrollado demasiado, al menos no tanto como en otro lugares como Londres. En New York la onda era diferente, era una jungla de estilos, una mezcla de talentos y energías que hacían de aquella ciudad el escenario ecléctico ideal para el surgimiento de nuevos artistas. Madonna por supuesto que formaba parte de esta movida. Tenía su grupo de amigos inseparables entre los que se encontraban Debi Mazar, Erica Bell, Bagens Rilez y quien sería uno de sus mejores amigos durante esa época, el artista plástico Martin Burgoyne.  Esta banda dominaba cada lugar apenas llegaba. Tomaban por asalto la pista de baile y no había más remedio que hacer espacio y mirarlos hipnotizados. Ahí, en el centro del club donde todos la observaban bailar, Madonna era la estrella. “Madonna y sus amigos eran el tipo de gente que quieres en tu local” recuerda Vito Bruno, gerente de “The Roxi”. Llamaban la atención, eran modernos vanguardistas y con personalidad de sobra. Imponían estilo en cuanto al baile y en cuanto a la moda. Sin quererlo y sin darse cuenta, estos jóvenes se habían convertido en referentes de una generación. Sin embargo, la carrera de Madonna seguía sin despegar. Luego de las noches de fiesta, la muchacha se pasaba las mañanas enteras telefoneando a productores musicales y componiendo canciones. Nunca se descontrolaba tanto por las noches como para no poder trabajar a la mañana siguiente. Madonna siempre estaba en control de la situación y esto fue algo que la caracterizó por el resto de vida. Así que debía seguir intentando buscar su objetivo: ser famosa cueste lo que cueste. 

Martin Burgoyne, Jean-Michel Basquiat y Madonna en el «Mugg Club»

WEBO GIRL

En aquel momento el baile de moda era el llamado «webo» que era una deformación fonética de la palabra en español «huevón», debido a la gran influencia latina que había en New York. El baile consistía en que varios hombres rodeaban a la mujer y chocaban sus pelvis contra ella. Era sexy pero sexista. Madonna y sus amigas  decidieron hacer su propia versión de aquel baila y eran ellas las que perseguían a los hombres, los acosaban, se subían a sus espaldas bromeando igual que ellos. De ahí nació el apodo «Webo Girl» que Madonna tuvo durante algún tiempo y que luego se convertiría en su marca registrada y el nombre elegido para la compañía de publicidad que Madonna usaría hasta la actualidad.

«Webo Girl» en acción

Como curiosidad, mostramos un Currículum Vitae que Madonna solía presentar para buscar empleo allá por principios de los 80s. Cita su participación en “A Certain Sacrifice” como protagonista y unos comerciales de TV que no se conocen en la actualidad. También menciona fotografías de Michael McKenzie, de la revista “Playboy” y “The Village Voice” y se refiere a su experiencia en teatro y danza. Este artículo fue puesto en subasta por la casa «Gotta Have Rock and Roll» quien posee varios artículos personales de Madonna dentro de su colección. Además del currículum, el lote se acompaña de una fotografía original de una joven Madonna cuando solía posar como modelo para «The Village Voice». La fotografía es obra de Fred Siedman. El lote se vendió por U$S 949 en abril de 2013.


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